Cada persona es única y valiosa, y, por eso, lo que nace de ellas también lo es. Todas nacemos libres e iguales. Nuestro deber es comportarnos fraternalmente unas con otras. Así lo han dicho los países en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Te invitamos a recorrer estas páginas y descubrir cómo todo depende del cristal con que se mire: del lugar donde naciste, de la familia en que creciste, de nuestras preferencias y de nuestras capacidades, pues cada uno y cada una de ustedes es un tesoro único.