Porque a todas nos han enseñado a ser elegantes, siempre sonrientes, decentes, amables y discretas. Nos ponen collares de perlas, vestidos largos, enaguas, fajas y tacones... pero pocos saben que dentro de esta decencia se esconde una mujer salvaje, intuitiva, libre y dispuesta a montar a su loba sin miedos por la vida.