El primer libro de Álvaro Campos, que usa uno de los famosos seudónimos de Pessoa, podría ser el primer tomo de una serie de diarios escritos al paso, en un celular, y llenos de reflexiones y citas inolvidables, al modo de los diaristas tradicionales o del vasco Iñaki Uriarte, una referencia contemporánea para este nuevo autor chileno.
Del prólogo de Benjamín Labatut, autor de Un verdor terrible:
«Este libro fue escrito en un teléfono, por un autor cuya voluntad de desaparición es tan grande que se oculta detrás del seudónimo de otro escritor: es chileno, nació en 1975 y estudió Historia. Escribe todos los días mientras atiende un local de esquina sin nombre, propiedad de su padre, en la comuna de Pudahuel, donde ha pasado toda su vida».
«Aunque vive para la literatura, no escribe columnas, novelas ni cuentos, y se ha resistido siempre a reunir sus textos en una publicación. Que hoy podamos disfrutar de sus ideas es un pequeño milagro editorial, porque muestra el nacimiento de un autor fuera de serie, y de un lector omnívoro y original, cuya inteligencia combina el ojo del fotógrafo callejero y la paciencia de un arqueólogo literario.»
«Relámpagos que estallan sin dejar huellas: eso son sus textos sobre su hijo recién nacido, sobre Balzac, Tinder, la virginidad de Isaac Newton, el nuevo Líder de Pudahuel, la demonología, el amor cortés, la nariz de Cleopatra, los cementerios de autos, el funeral de Leibniz, la beata Laura Vicuña, el angustiado que se come un Chandelle a las nueve de la mañana para usar la tapa y fumar pasta base, o el profeta Jeremías, que pregunta a dios por qué les va tan bien a los malos, y por qué los traidores se salen con la suya.»