Edvard tenía parte de la vida inundada en tristeza. Creía que podía señalar dónde le dolía, pero también le dolía que los demás no pudieran ver lo deprimente que era vivir.
Un día tenía idea de qué hacer con su vida y al otro estaba buscando la manera de suicidarse.
Extrañamente este libro me hace sentir la depresión como algo cotidiano, es fácil que te identifiques por ningún problema aquí está maquillado o exagerado.
La depresión siempre estuvo ahí, pero lo único que los demás podían ver de las hermanas Lisbon es lo casi angelicales que eran. La decadencia y camino a la muerte, sólo se podía ver a través de lo que las rodeaba.