Una cuna… ¿y una corona?De vuelta a las amadas tierras de Carramer, Carissa Day compró la casa que creía sería el lugar perfecto para criar a sus hijos, pero aquella propiedad pertenecía en realidad a otra persona. Y, para empeorar aún más las cosas, esa persona resultó ser su amor de juventud, Eduard de Marigny, marqués de Merrisand, que estaba más irresistible que nunca.Sin dinero y embarazada… de trillizos, Carissa decidió marcharse, pero Eduard tenía otros planes: él le proporcionaría un hogar y protección, y ella le daría un heredero. Sin embargo, a pesar de que la pasión había renacido entre ellos, Carissa no sabía si estaba dispuesta a casarse con el único hombre al que había amado y renunciar a que él sintiera lo mismo por ella algún día.