Pero aquellas palabras que empleaba la gente —humanos, monstruos, héroes, villanos—, para Victor eran solo cuestión de semántica. Alguien podía considerarse un héroe y, sin embargo, ir por ahí asesinando a docenas de personas. A otro podían tildarlo de villano por intentar detenerlo. Muchos seres humanos eran monstruosos, y muchos monstruos sabían jugar a ser humanos. La diferencia entre Victor y Eli, sospechaba, no residía en su opinión sobre los EO, sino en cómo reaccionaban a ellos. Eli parecía empeñado en masacrarlos, pero Victor no veía por qué había que destruir una habilidad útil tan solo por su origen.