«Cuando después de la muerte de Ashton Doyne -sólo tres meses
después- le hicieron a George Withermore eso que suele llamarse una proposición, con respecto a un «volumen», la comunicación le llegó
directamente de sus editores, que habían sido también, y la verdad
es que mucho más, los del propio Doyne; pero no le sorprendió
saber, al celebrarse la entrevista que luego le propusieron, que habían recibido algunas presiones por parte de la viuda de su cliente en cuanto a la publicación de una Vida.»