[Si] el vecino [de enfrente] se muere y no lo conocía, puede que diga: “Ah, lo siento por su familia”, pero no entraré en duelo. Sí lo haré si muere una persona a la que quiero. El duelo existe porque antes hemos querido». Afirmar que si un duelo se extiende más allá de un plazo de tiempo deviene una patología, una enfermedad a tratarse con medicamentos, es, según su punto de vista, negar la esencia de lo que nos hace humanos.