l sistema binario de género, acorde con la división cartesiana, atribuía lo emocional a las mujeres, pues se pensaba que ellas estaban dominadas por el útero, en tanto que los hombres eran vistos como los dueños de la razón.
Con el tiempo, la división entre razón y emociones se fue sustituyendo por una comprensión más compleja sobre el hecho de que las emociones subyacen a la racionalidad (Harré, 1986; Damasio, 1999, 1996).
Las emociones, además, tienen variaciones graduales de una cultura a otra y responden a una lógica situada. Es decir, se controlan, modulan, reprimen o expresan de acuerdo con los contextos y los espacios de interacción social. En el caso de la comisión de delitos y la prisión, tanto la tensión experimentada como los espacios de encierro propician una reflexión más nítida sobre la experiencia emocional.