Los problemas del neurocirujano Grant Hudson se acumulaban: tenía un nuevo empleo, su hermano había desaparecido y los vestuarios unisex del hospital no hacía más que añadir presión a su situación. Solo con ver a la doctora Sally Cochrane medio desnuda se le aceleraba el pulso.
Estaba claro que tenía que evitar coincidir con ella, porque siempre había creído que las relaciones con compañeros de trabajo eran demasiado peligrosas: podían romper corazones, arruinar carreras e incluso vidas. Sin embargo, por aquella mujer estaba dispuesto a romper sus propias normas, si ella se lo permitía. Sally Cochrane, por su parte, tenía razones para mantener a su atractivo jefe lejos de su vida privada…