¿Por qué presume el hombre de una sensibilidad mayor a la de las bestias cuando esto solo consigue convertirlos en seres sin libre albedrío? Si nuestros instintos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, seríamos casi libres. Pero nos conmueve cada viento que sopla, cada palabra al azar, cada escena, cada imagen que esa misma palabra nos evoca.