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Krasznahorkai László

Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río

  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    Esas cuatro patitas estiradas revelaban que no había encontrado la paz eterna, puesto que la soledad horripilante de la que venía no conducía a otro sitio, sino a otra soledad, definitivamente horripilante.
    Y seguía corriendo.
    Con su cuerpo en manos ya de la muerte abrazaba suavemente el tronco del ginkgo, pero seguía corriendo.
  • Adal Cortezhas quoted5 days ago
    La mirada del nieto del príncipe Genji impresionaba, en efecto, a quien podía verlo.
    Era la confirmación en la realidad de que la sensibilidad humana, la solidaridad y la compasión, la discreción y la buena voluntad, el tacto y la humildad, la excelsitud y la vocación para grandes metas poseían un mundo en la tierra.
  • Adal Cortezhas quoted5 days ago
    de esas ocho plantitas, que sobrevivieron a todos los peligros ulteriores, crecieron por último unos árboles inmensos, ocho gigantescos y maravillosos cipreses de hinoki en el patio de un monasterio, como mensajeros que traían una frase edificante desde gran distancia, que traían un mensaje en su raigambre expansiva, en su tronco recto y en su follaje delicadamente imbricado, un mensaje en su historia y en su existencia que nunca nadie entenderá, ya que, por lo visto, su comprensión no ha sido confiada a los hombres.
  • Adal Cortezhas quoted5 days ago
    Para esta nube de polen, el mundo era el laberinto imprevisible del azar, una estructura inconcebiblemente compleja donde todo, todo en el sentido más estricto de la palabra, aspiraba a destruirla.
  • Adal Cortezhas quoted5 days ago
    en aquel bosquecillo de hinoki que se alzaba en el centro de la provincia de Shandong aún resultaba inimaginable que uno solo de estos cientos de miles de millones de granitos de polen de hinoki llegara a su meta, a aquel patio apartado del monasterio de Kioto para fecundar una única célula femenina entre los conos fértiles.
  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    quería que naciera este conjunto de ocho hinoki y una fascinante alfombra de musgo plateado, que se hiciera realidad ese jardín encantador del mundo, que lo describieran, que apareciera precisamente como el número cien, después del noventa y nueve, en el libro ilustrado titulado Cien hermosos jardines, que este hecho despertara un anhelo eterno en el nieto del príncipe Genji, que lo buscara sin descanso y que, por último, quizá lo encontrara siguiendo una indicación acertada, o no, que no lo encontrara jamás, por causa de un único instante, de un único minuto tal vez, todo para que un buen día, hoy, ahora, a última hora de la mañana, pasara de largo, todavía mareado por el estado de debilidad que lo había afectado, para que se dirigiera, apoyándose en el muro, hacia un santuario más tranquilo y, por tanto, lo perdiera para siempre, todo solamente para eso, desde las primeras esporas hasta que cayeron desde lo alto entre los cipreses de hinoki que precisamente empezaban a verdear
  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    Y todo ello ocurría en millones y millones de casos, pero no ocurrió en ocho casos, allí, a pocos pasos de distancia de la planta nodriza, puesto que de esas ocho plantitas, que sobrevivieron a todos los peligros ulteriores, crecieron por último unos árboles inmensos, ocho gigantescos y maravillosos cipreses de hinoki en el patio de un monasterio, como mensajeros que traían una frase edificante desde gran distancia, que traían un mensaje en su raigambre expansiva, en su tronco recto y en su follaje delicadamente imbricado, un mensaje en su historia y en su existencia que nunca nadie entenderá, ya que, por lo visto, su comprensión no ha sido confiada a los hombres.
  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    resultaba inimaginable que uno solo de estos cientos de miles de millones de granitos de polen de hinoki llegara a su meta, a aquel patio apartado del monasterio de Kioto para fecundar una única célula femenina entre los conos fértiles. Para esta nube de polen, el mundo era el laberinto imprevisible del azar, una estructura inconcebiblemente compleja donde todo, todo en el sentido más estricto de la palabra, aspiraba a destruirla. Si hubiera llovido el día en el que se abrieron los sacos polínicos y los granos abandonaron a las plantas madre, toda esa cantidad de polen habría desaparecido. Si no hubiera habido una corriente de aire que levantara la nube aquel día, las partículas se habrían esparcido por la zona, donde los acechaban miles de peligros: si hubieran caído en una cascada, un arroyo, un río o un lago, se habrían hundido, se habrían convertido en parte del fango, habrían sido devorados por mosquitos y gusanos acuáticos, y listo, se acabó.
  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    La historia del nacimiento de los ocho hinoki en aquel lugar se remonta al centro de la provincia china de Shandong, a un bosquecillo de hinoki cercano a Taishan donde, después de brotar los conos poliníferos de los árboles, de madurar y estallar luego los sacos polínicos en el día propicio, en el que hacía un tiempo seco y el sol calentaba con suavidad, cientos de miles de millones de granos de polen fueron a parar de pronto a la atmósfera, formando una nube que fue alzada por una corriente de aire caliente que, ya en lo alto, la confió a un viento fuerte que procedía del oeste y se dirigía al este para que la llevara, pasando por el mar Amarillo al centro de la isla japonesa de Honshu y la soltara en la zona sur de Kioto en forma de una lluvia de polen sobre ese pequeño patio del monasterio, alcanzando exactamente la copa del hinoki madre hoy ya seco que sólo esperaba esa visita
  • Valeria Villaloboshas quoted4 years ago
    el nieto del príncipe Genji pasaba por delante de los escalones de piedra y de la puerta de piedra, hubiese deseado averiguar qué había creado ese jardín desde debajo del suelo,
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