Una antigua leyenda oriental cuenta la historia de un forastero a quien un hombre hospedó en su tienda. En mitad de la noche, el forastero se levantó y, nervioso porque no conseguía conciliar el sueño, blasfemó contra Dios. Su blasfemia despertó al dueño de la tienda, que, escandalizado, lo echó de allí. Dicen que, por la mañana, se le apareció un ángel que le dijo: «Te envié un forastero para que lo alojaras. ¿Dónde está?». «No le dejé quedarse», explicó el hombre, «porque blasfemó contra Dios». «Dios lleva cuarenta años siendo paciente con él», contestó el ángel, «¿y tú no has podido serlo ni una noche?».