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Tomás Fernández Aúz,Nancy Isenberg

White trash

En su innovadora historia sobre el sistema de clases en Estados Unidos, Nancy Isenberg expone el crucial legado de la embarazosa, siempre presente y ocasionalmente entretenida white trash. Los votantes que pusieron a Trump en la Casa Blanca han sido una parte permanente del tejido estadounidense: los pobres, marginados y sin tierra han existido desde la época del primer asentamiento colonial británico hasta los actuales hillbillies. Denominados como “basura”, “timadores perezosos”, “comedores de arcilla” o “crackers” en la década de 1850, los oprimidos eran conocidos por tener niños prematuramente envejecidos que se distinguían por su piel amarillenta, ropa andrajosa y actitudes apáticas. Los blancos pobres fueron fundamentales para el ascenso del Partido Republicano a principios del siglo xix y la Guerra Civil en sí misma se libró casi tanto por cuestiones de clase como por la esclavitud.

Por otro lado, la escoria blanca siempre ha estado en el centro de los principales debates sobre el carácter de la identidad nacional. Examinando la retórica política, la literatura popular y las teorías científicas a lo largo de cuatrocientos años, Isenberg cuestiona los mitos de la supuesta sociedad libre de clases estadounidense, donde la libertad y el trabajo duro garantizan la movilidad social.
1,085 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2020
Publication year
2020
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Quotes

  • Carlos Vasquezhas quoted4 hours ago
    Hundley sostenía que los auténticos caballeros sureños llevaban sangre de cavalier[434] en las venas, sacándose así de la manga un ficticio linaje regio que los colocaba por encima de los anglosajones comunes y corrientes. Hundley llegó a rebajar a Jefferson a la categoría de una especie de mestizo, ya que a pesar de pertenecer por parte de madre a la clase de los nobles cavaliers, por la rama paterna revelaba ser un simple anglosajón campechano.
  • Carlos Vasquezhas quoted4 hours ago
    Pocos ocupantes ilegales incluidos en la categoría de «escoria blanca» podían permitirse el lujo de conseguir una propiedad de suelo libre o una granja. Vivían por ello rebuscando en las basuras y llevando una existencia propia de vagabundos y ladrones, al menos según los informes que redactaban por entonces los sureños acomodados. Sin embargo, la verdad es más compleja. Muchos de esos ocupantes trabajaban como arrendatarios y jornaleros, codo con codo con los esclavos. Cuando llegaba la época de la cosecha, los hombres y las mujeres pobres bregaban día y noche por un salario de miseria.
  • Carlos Vasquezhas quoted4 hours ago
    Todo el mundo sabía que la maldición de los blancos pobres se debía al hecho de que se les confinara sistemáticamente en las peores tierras, en espacios arenosos o cubiertos de pinos y matorrales, cuando no simplemente pantanosos. Esta es la razón de que a mediados del siglo XIX se les terminara conociendo con los nombres de sandhillers, o habitantes de los médanos, y de pineys, o «moradores de los pinares».

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