Esta obra se ocupa del mal y de la condición humana, en concreto del mal que nos constituye y con el que convivimos, el mal que refleja nuestra ruindad y bajeza. Esa es la impresión que le queda a uno después de leerlo y ver desfilar por sus páginas a algunos de nuestros congéneres, protagonistas de lances de los que revuelven las tripas. Quizá no haya que ir tan lejos ni aludir a esos monstruos morales, a los malvados que dan repelús y causan escalofríos. Porque el mal no solo está fuera, en los otros, sino dentro, en cada uno de nosotros. El mal no es una abstracción. José María Álvarez (autor del prólogo)