Nunca dejé de necesitar toda la vida de Raskolnikov, confiesa Cristian De Nápoli, que establece con los libros una relación voraz, pero no ciega. Raskolnikov pedirá siempre más páginas que las que le dio Dostoievski y el lector se las proveerá de la única manera a su alcance: a través de otros libros, de otras vidas conocidas en otras páginas. Por eso, nunca terminamos un libro. Y éste, de De Nápoli, que abre muchas puertas y clausura otras con un estilo personalísimo, apasionante e irreverente, no es una excepción. Un libro sobre los libros de alguien que lee cada página como la condensación de un sinnúmero de libros.
Fabio Morábito