Numerosos documentos muestran hasta qué punto el pensamiento heideggeriano se imbrica con la visión del mundo –la Weltanschauung— del nazismo. Que Heidegger enseñe, en sus cursos y seminarios a partir de 1933, al menos tres de los principales objetivos nacionalsocialistas –la supremacía de la raza originariamente germánica, la aniquilación total del enemigo interior y la expansión del espacio vital del pueblo alemán— es, de por sí, elocuente.
Como Emmanuel Faye demuestra en esta magistral investigación, las relaciones de Heidegger con el nazismo no pueden reducirse al desvarío pasajero de un hombre cuya obra merece, por lo demás, admiración y estima: Heidegger no sólo no enriqueció la filosofía, sino que la puso al servicio de una abominable política de conquista y exterminio.