Más allá del simbolismo innato del lenguaje, él percibirá un simbolismo específico que se ha formado, sin que el sujeto lo sepa, tanto de lo que se omite como de lo que se afirma. Y dentro de la historia en la que el sujeto se ubica, el analista provocará la emergencia de otra historia, que explicará la motivación. Así, él tomará el discurso como la traducción de otro ‘lenguaje’, el que posee sus propias reglas, símbolos y ‘sintaxis’, y que remite a las estructura profundas de la psiquis».