En El entramado, Christian Ferrer reflexiona sobre cuestiones relacionadas con la técnica y la vida cotidiana. «Medios y espectáculos ofrecen refugio y paliativo a infinidad de vidas dañadas, aunque la consecuencia de acostumbrarse a ellos es fomentar el hábito de ocuparse de las cosas no ocupándose de lo que es importante, es decir llevando adelante vidas que quizás se preferiría no repetir en una eventual reencarnación. Encontrar virtud en la adquisición de confort y el consumo de espectáculos es lo propio de una subjetividad asediada y adictiva, para la cual el domicilio funciona a modo de estuche protector. En el hogar, la tecnología es puerta de acceso al esparcimiento y promesa de inmunización contra el dolor, la soledad o el aburrimiento, y los medios de comunicación colaboran con ello en su rol de apaciguadores o de excitantes, según se mire, pero sobre todo por cumplir funciones de consuelo que alguna vez estuvieron a cargo de capillas, santuarios y templos.»