Siempre habrá días buenos y días malos, momentos en los que te sientas bendecido de tener la oportunidad de presenciar el milagro y la belleza de criar a tus hijos, y momentos en los que solo quieras rendirte y huir. Esta dualidad de la vida es algo que todos experimentamos de vez en cuando. Es solo parte de ser humano. Es posible que desees gritar y arrancarte el pelo con desesperación debido a la frustración que siente después de hacer todo lo posible para que tus hijos estén callados, cenen o se vayan a dormir. Eso, no te hace una mala persona, y no te hace un mal padre o una mala madre.