Reconozco que inicié la lectura con prejuicios mal fundados. Al principio me empezó a atrapar la narrativa tan clara de espacios, épocas y personas; luego me fue maravillando la capacidad del autor de representar las voces (y en ellas las personalidades) de tantos y tan variados personajes; la segunda parte es la más densa pero la que permite ir entretejiendo la historia que nunca es lineal y viene a representar un reto. El final queda completamente abierto bajo un simbolismo que puede ser interpretado de maneras infinitas.