—Sea lo que sea que vayas a decidir, Maya —dice, en voz queda y dulce—, en cualquier aspecto de tu vida —se aparta para mirarme a los ojos con determinación—, no te arrepientas. Asegúrate de no arrepentirte nunca, ¿de acuerdo?
—¿Y si algo sale mal? —Mi voz suena tímida y asustada.
—Entonces habrá que tomar una nueva decisión y esperar por lo mejor. —Esboza una suave sonrisa—. Si algo sale del carajo, siempre habrá opción de decidir. Solo, por lo que más quieras, nunca te arrepientas.