Para mirar a su reino, el de ellos y ver que éste lo había logrado. Observar el verde de la primavera y oler el pino y nieve del viento desde los Staghorns. Algunas veces, Rowan se le unía, sosteniéndola en silencio cuando todo lo que había ocurrido pesaba demasiado sobre ella. Cuando la pérdida de su forma humana persistía como un miembro fantasma. Otras veces, en los días cuando ella despertaba con los ojos claros y sonriendo, él se transformaría y navegaría en esos vientos montañosos, volando sobre la ciudad, o encima de Oakwald, o de los Staghorns. Cómo él amaba hacer, como hacía cuando su corazón estaba agitado o lleno de dicha.
Ella sabía que era la última la cual lo enviaba volando estos días.
Ella nunca dejaría de estar agradecida por eso. Por la luz, la vida en los ojos de Rowan.