Manuel Álvarez, un leonés emigrado a México, fue una figura singular, omnipresente en todos los acontecimientos que tuvieron lugar en el que primero fue departamento de Nuevo México y con posterioridad territorio de los Estados Unidos de América. Álvarez recurrió a actuaciones cercanas a la picaresca y la piratería para lograr sus objetivos políticos y económicos. Su labor de relaciones públicas, políticas y diplomáticas resultó indispensable para que se diera una transición pacífica entre gobiernos durante las primeras luchas por la obtención de la condición de estado de Nuevo México. La labor realizada, a menudo en la sombra, por Álvarez brilla con luz propia desde las páginas de la biografía redactada por Thomas E. Chávez a partir de su memorándum, correspondencia y otros documentos oficiales recogidos en el Museo de Nuevo México en Santa Fe.