¿Qué es el lenguaje inclusivo? ¿Es lo mismo que el lenguaje “políticamente correcto”? ¿Cómo hablar sin dejar fuera del discurso a la mitad de la población? ¿Es nuestro lenguaje sexista? ¿Y las autoridades encargadas de darle esplendor? Las masas de hablantes no han salido a las calles para reivindicar que cambien las preposiciones, los adverbios o quiten la tilde del solo; y, sin embargo, se han cambiado y se han quitado del diccionario. Bluyín está fenome¬nal, cederrón es el no va más, podemos beber güisqui y comprar un suvenir siendo perfectamente correctas. Pero, ay, las mujeres tenemos que apañárnoslas para nombrarnos como podemos. Por eso, en este libro encontrarás muchas herramientas para utilizar el lenguaje inclusivo de forma sencilla y amena. Porque la solución está en la punta de la lengua.