A finales de 1883, el pintor Claude Monet se instala en la aldea francesa de Giverny. Allí vivió durante 43 años, creando a la vez que su obra pictórica esa obra de arte total que fue su jardín: flores, agua, puentes, caminos, árboles… tal como deseaba verlos y pintarlos. Monet fue un enamorado de la naturaleza, con una aguda sensibilidad hacia la luz, los efectos y las vistas que conseguía pintando "à plein air".
Sus cartas, recopiladas y traducidas por primera vez al español, nos permiten asomarnos a la faceta más íntima de un artista que sufrió durante su vida la búsqueda de la perfección, que gozó del amor, de la familia y de la amistad, que vivió con interés los asuntos de su tiempo, que viajó incansablemente buscando el paisaje ideal y que le narró su vida diaria a pintores como Renoir, Cézanne o Pissarro, a escritores como Zola y Mallarmé, a su paternal agente Durand-Ruel, y sobre todo a su esposa Alice.