partir de entonces puso todo su empeño en el diseño de su emplazamiento. Estos lienzos de proporciones monumentales, en los que, con trazos abocetados, repetitivos, sinuosos, de una espontaneidad sin precedentes, tradujo sus percepciones y los reflejos cambiantes de la superficie del estanque, serían el homenaje final del viejo maestro impresionista al acto de mirar.