Por otro lado, una de las explicaciones sobre el origen de la crisis es “la creciente brecha entre la productividad del trabajo y la caída de la capacidad de consumo de los trabajadores. Esta brecha fue compensada, por muchos años,
con el escalonamiento de la especulación financiera y de la deuda privada, que originada en Estados Unidos, actuó como estímulo a la demanda global”.
Los desequilibrios estructurales se originan en el diseño liberal del Tratado de Maastricht, en la expectativa que las diferentes aéreas de la Unión pueden ser reequilibradas a través de los mecanismo de mercado, y la política restrictiva deflacionaria de los países con superávits sistemáticos en su balanza de pagos. Por ejemplo, Alemania, que ha mantenido sus salarios bajos respecto a la productividad (...) y se ha orientado a incrementar la participación de las firmas alemanas en el mercado europeo. Con estas políticas, los países superavitarios no contribuyen al desarrollo de la eurozona sino que, paradójicamente, estos países son estimulados por los países más débiles. Alemania acumula superávits, mientras los países como Grecia, Portugal, Italia, España, etc., acumulan deudas, incluida Francia”.
Incluso, la completa movilidad del capital, en la eurozona, ha favorecido inmensamente la creación de desequilibrios.
Los riesgos de generalizada insolvencia, motivada por tasas de interés más elevadas y tasas de crecimiento más bajas, esperadas, en parte por las medidas de austeridad, y que las deudas sean reconvertidas