El ombligo y el origen de las almas. El ombligo humano, reflejo del celeste. El ombligo, último toque de perfección con que las manos divinas acaban el cuerpo humano. El ombligo, boca del pequeño cuerpo en la vida prenatal que por él, sólo por él, chupaba su delicado alimento. El ombligo que perteneció al desdichado Andrógino, antes de la separación de los sexos, y que, dividido en dos mitades, quiere reunirse con la otra para restablecer la prístina unidad del género humano. El ombligo, punto de soberana voluptuosidad. El ombligo, contemplado por los hesicastas, que saben cómo hacer brotar de él la luz increada del Tabor.
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