En nuestra lengua la letra “a” es marca por antonomasia de lo femenino.
Arabella, poeta y narradora de abecedario completo, atraca su barca en este signo para entregarnos un abanico de historias de mujeres en “a”: sus apelativos y sus amores; sus angustias, aromas y amaneceres.
En “a”, pero también en “la”: la impudicia de la rebeldía, la angustia de la espera, la terquedad de la muerte.