31 de diciembre de 1945. Gran tempestad de nieve; niebla (la primera desde que entramos en el Tíbet). Temperatura: 25º bajo cero… Es la jornada más penosa de todas. La carga resbala continuamente y nuestras heladas manos no pueden apretar las correas. Nos hemos perdido y después de dos kilómetros de marcha, al comprender nuestra equivocación, hemos vuelto atrás. Al anochecer llegamos al relevo de etapa de Nyatsang. Ocho tiendas, una de las cuales es la del jefe del puesto. Acogida cordial.