La historia de las vacunas nos demuestra que son el método preventivo más eficaz contra las enfermedades conocidas y las emergentes, capaces de provocar pandemias. Ningún otro preparado farmacológico ha salvado tantos millones de vidas ni ha permitido erradicar o controlar tantas enfermedades. Evitan sufrimientos y muertes, y además aportan beneficios también a las personas no vacunadas y aquellas de riesgo que viven en su entorno, gracias a la famosa inmunidad de grupo. Las innovaciones introducidas por la ingeniería genética, la profundización en el estudio del sistema inmune y de los microorganismos han hecho posible el desarrollo de vacunas de tipología muy diversa. Así, los calendarios de vacunación se han ido ampliando y han contribuido a que el número de casos y de muertes por enfermedades infecciosas haya disminuido de forma significativa en el último siglo.
La pandemia por COVID-19 ha supuesto un cambio radical en muchas de nuestras actitudes y responsabilidades con respecto a la salud personal y global, pero sobre todo ha implicado un nuevo escenario en el desarrollo de vacunas. Se han conseguido en un tiempo récord varias vacunas que han permitido inmunizar al mayor número de personas. Nunca en la historia de la humanidad se había dispuesto de tantos recursos humanos y económicos para un objetivo común.