Con un lenguaje que se nutre sabiamente de lo coloquial, los poemas de Rafael Robles Olivos se sitúan en un raro equilibrio entre lo elegíaco y lo ameno. Su escritura, de dimensiones y texturas múltiples, constituye una reflexión sobre el lento aprendizaje de la vida, el amor y la pérdida, y, especialmente, sobre el paso del tiempo en un mundo donde las cosas siguen el curso natural de la extinción y el cambio: «aquellos buses / han sido reemplazados // como tú y yo / sentados en la banca del parque // como todo lo demás». Sus poemas parten de lo cotidiano con el objetivo de indagar en la manera en que el tiempo nos conforma. En sus mejores momentos, dejan entrever que la vida es pura transformación, que supone un ejercicio doloroso que debemos aceptar con humildad, que, finalmente, madurar implica una pedagogía del desprendimiento y la superación de nosotros mismos, y que, ante la pérdida, a veces, solo queda la vana persistencia de ser: «La piscina se convertirá en infinito y yo seguiré nadando. Hacia ti, no lo sé. Hacia la muerte, no lo sé. Pero seguiré nadando».
Rafael Robles Olivos (Lima, Perú, 1982) publicó los poemarios Buena suerte Peter Parker! (2005) y Aquí murió el payaso (2008). Magíster en periodismo y comunicaciones, ha escrito crónicas, reportajes y entrevistas para las revistas Somos, H, Dedomedio, Asia Sur y Bash, y el suplemento Domingo Semanal del diario La República. Docente universitario, investigador científico y editor de publicaciones corporativas, ha recibido algunos reconocimientos, como el Premio Nacional Etecom en crónica periodística y el primer puesto en el certamen de poesía Un Vicio Absurdo, que organiza la Universidad de Lima. Llevar el doctorado en Madrid es su siguiente paso.