El presente texto es el resultado de mis reflexiones a lo largo de veinte años sobre los temas del sacrificio, la carnicería y la animalización. Se trata de fenómenos que aparecen asociados a las incontables masacres ocurridas en las zonas rurales colombianas durante el siglo XX. Los procedimientos violentos que han circundado tales masacres corresponden a un estadio social presimbólico que estaría señalando la existencia de un excedente que se niega a ser simbolizado. Se trata de eventos sangrientos que tuvieron lugar en medio de la ausencia de un lenguaje que pudiera darle sentido a las vivencias de angustia y terror de las numerosas víctimas, de sus familiares y de los sobrevivientes. Por ello, y por la indiferencia social que las acompaña y la impunidad que los rodea, las masacres colombianas con sus incontables muertos y sobrevivientes se han convertido en el hueco negro de la memoria colectiva.