Introducción a la metafísica

no sólo se trata de sacar a la luz el hilo conductor que habría silenciosamente orientado toda la historia de la metafísica, sino que es en el libro de Heidegger donde, por vez primera, la relación entre ser y tiempo podrá por fin pensarse por sí misma, a partir de su suelo originario, el del Dasein. Y ese vínculo podrá también ser percibido de manera «auténtica» u originaria, es decir, ya no a partir de la idea, derivada, de una temporalidad infinita, tranquilizadora, sino partiendo de la finitud inquieta y radical del Dasein.

«necesidad metafísica», pero como de una necesidad que no puede ser satisfecha y que sólo puede nutrirse de ilusiones

Dominada por la ciencia, la filosofía no puede encontrar una nueva legitimación, después del declive de la metafísica, sino convirtiéndose en una epistemología llamada a preguntarse por los principios del saber científico.

la idea no se hará «consciente» de esta determinación integral más que al final de la filosofía de la naturaleza, cuando «llegue a ser» propiamente espíritu, es decir, cuando el animal (último estadio de la filosofía de la naturaleza), se dé cuenta de su capacidad de pensar y se convierta en el hombre, en ser razonable, capaz de razón y de conciencia de sí. El espíritu será entonces idea realizada que se conoce a sí misma.

«La propia angustia de la vida empuja al hombre fuera del centro en el que fue creado».[508]

Según Schelling, no puede hablarse nunca de la existencia efectiva (Existenz) o del ser mismo en una filosofía del concepto, porque el concepto sólo tiene que ver con sus propias ficciones, sus pensamientos desprovistos de eficacia:

Y puesto que la existencia es siempre lo positivo, o sea, lo que es puesto, asegurado y afirmado, ella debería reconocerse como filosofía puramente negativa, pero precisamente con ello debería dejar libre fuera de sí el espacio para la filosofía que se refiere a la existencia, es decir, para la filosofía positiva, y no querer pasar por la filosofía absoluta, por la filosofía que no deja nada fuera de sí.

El hombre se desgarra entre dos tendencias, entre el principio divino que aspira a la universalidad y el principio del fondo que le lleva a insistir en su particularidad. Schelling deja entonces caer esa frase que tanto entusiasmó a Heidegger: «La propia angustia de la vida empuja al hombre fuera del centro en el que fue creado»

En el hombre, y sólo en él, la Eigenwille puede elevarse a la Universalwille: la voluntad propia de la obstinación puede superarse a sí misma y unirse a la voluntad universal de la totalidad.

Schelling dice que se trata de la Eigenwille der Kreatur, que Bernard Gilson traduce por la «voluntad propia de la criatura». Ahora bien, Eigenwille en alemán es también cabezonería, obstinación. Aquí, la cabezonería de la criatura consiste en querer existir por sí misma (más que a partir de su Grund). A esta obstinación de la criatura se opone lo que Schelling llama la Universalwille, la voluntad universal.

La metafísica es aquello que crea orgánicamente los Estados y lo que hace de una muchedumbre humana un corazón y un alma, es decir, un pueblo. La metafísica es aquello que permite que el artista y el poeta reproduzcan en una forma sensible la sensación viviente de los arquetipos eternos.[483]