La joven encargada de la cocina de la gran casa, contigua a la inmensa Catedral de la ciudad de Manizales, tiene un hijo a quien todos llaman Santi. Educado como uno más de la numerosa familia, se enamora de una de las nietas de la dueña de casa, lo que produce su salida de esta; inicia una nueva vida sacerdotal y conoce al padre Camilo Torres, convirtiéndose en su amigo y contradictor. Viaja a Lovaina donde se pone en contacto con las ideas renovadoras que anticipan al Concilio Vaticano II. Santi ejerce en las mujeres una atracción casi animal y tiene varios romances; uno de ellos, con un una periodista rusa, lo lleva a viajar a Cuba en la época de la confrontación de los misiles. La muerte de Camilo cambia su vida y, finalmente, sigue sus pasos: se vincula a un grupo guerrillero de carácter continental, en el que se le encomienda ejecutar un secuestro, que lo llevará a conocer sus verdaderos orígenes y el amor.