«La libertad es como un jardín. Vuelve rápido al estado salvaje si deja de ser cultivada». Como ese jardín, para la gran mayoría de los mexicanos, el Estado laico es una conquista jurídica, cultural, social y política que debe cuidarse y fortalecerse, con el objetivo de garantizar y ampliar muchas de las libertades de las que pueden gozar.
En los tiempos actuales, sin embargo, la histórica resistencia a la laicidad, alimentada por el pensamiento conservador y tradicionalista, se ve reforzada por lógicas populistas, nacionalistas, xenófobas. Todas ellas conspiran contra el espíritu de pluralidad, globalidad y apertura, propio de regímenes laicos establecidos, precisamente, para responder a realidades sociales que ya no son culturalmente monolíticas.
Recientemente, a los grupos conservadores se les han unido algunos liderazgos políticos de corte populista que, en la ignorancia total sobre las razones de la existencia del Estado laico y motivados
por una cultura clientelista —que ve en los creyentes una audiencia electoral atractiva— han reintroducido perspectivas religiosas en la arena pública. Ello ha generado grietas en el edificio constitucional de la laicidad mexicana y, sobre todo, amenaza con reducir el abanico de libertades que, larga y penosamente, se han construido en el país. Así, bajo la ilusión de que una nueva moralidad nos permitirá acabar con la violencia, la desigualdad y la corrupción, se reintroducen elementos religiosos específicos y se abandona una ética laica que sea manejable por todos, independientemente de las convicciones de cada quien.
En este libro, el autor traza el ya largo recorrido de la construcción de dicho Estado y de los ejes centrales de una República, que para ser cabalmente democrática, también debe ser laica.