«Thomas es un adolescente de 15 años; es hijo, mi hermano y mi sobrino. Thomas se accidentó rumbo a Villa Gesell cuando el vehículo que lo trasladaba volcó. De los ocupantes, él resultó el más golpeado de todos y esto provocó que la vida de su padre, sus hermanos, sus abuelas, sus abuelos, sus tías, sus tíos y, especialmente, la de su madre colisionaran con una realidad hiriente, punzante, agonizante, incierta pero llena de esperanza.
Thomas duerme, pero no despierta; es un barco pequeño que encalló en una costa de aguas que desborda tristezas y trae angustia, dejándolo quieto a la espera de que la marea lo devuelva sano y salvo al mar.
Y entonces ya nadie duerme. El desvelo: a la espera de que la angustia escampe es un libro prometido, un deseo de que Thomas despierte y que, al igual que la pequeña nave, reanude su travesía en la oceánica vida que lo espera y desde la cual le escribo estos textos que subliman la necesidad de hablarle y el deseo de que me responda».