El viento fue, en muchos sentidos, como una primera relación amorosa. Me enseñó a depender y a confiar. A dejarme llevar cuando era necesario. A luchar por mi espacio cuando resultaba asfixiante. El viento me amó y yo lo amé, y recuerdo que nuestra historia contó con todos esos vaivenes sentimentales que aparecen en los libros románticos.