La regla de que el matrimonio es un intercambio al cincuenta por ciento es una patraña. Si vivimos atentos a que nuestra pareja haga la mitad de la relación, nos pasaremos la vida juzgando la actitud del otro y jamás estaremos satisfechos. El verdadero amor es entregarse cien por ciento, regocijándose por ser correspondido, pero sin estar sopesando esa correspondencia a cada minuto