–¡No quiero ser la Reina! Quiero… no lo sé. Si quizás alguna vez me caso, quiero que haya romance y pasión. Y quiero enamorarme –Cath echó un poco de té en una taza, molesta con el temblor de sus manos. Tenía el rostro sonrojado, por hablar del Rey, por las noticias del Jabberwocky.
Pero más que nada, lo sabía, por el sueño.
Romance. Pasión. Amor.
Jamás los había experimentado, pero se imaginó que sentiría lo mismo que en aquel sueño. Como lo que sintió con el Joker, con sus sonrisas imprevistas y sus comentarios ingeniosos. Sentía que podía hablar con él durante horas, días, meses y años, y jamás cansarse de ello.