Estoy en un tren.
No sé en qué parada tengo que bajar; solo sé que el tren va rápido y el mundo de fuera se desdibuja. Debería bajar, pero no bajo. El universo me está gastando una broma cósmica. Yo tenía mi vida, una vida agradable con todo lo que una mujer puede desear, y de pronto aparece algo que ni siquiera sabía que podía llegar a tener. Una oportunidad de sentirme satisfecha y contenta. Y, quizá incluso, en alguna ocasión, delirante y exuberantemente feliz.
Así que aquí estoy, en un tren que escapa por completo a nuestro control.
Si pudiera hacerme creer a mí misma que todo ha ocurrido por casualidad, que no he podido evitarlo, que me he visto arrastrada, que esto no es culpa mía, sino del destino, ¿sería más fácil? La verdad es que no sabía que estaba buscando esto hasta que encontré a Will, pero debo de haber estado buscándolo durante todo este tiempo. Y ahora no es cosa del azar, ni del destino, ni nada me arrastra.
Soy yo la que decide. Y no sé cómo detenerme.
Ni siquiera sé si quiero parar.