diferencia de lo que me pasaba con mucha gente, con ella no tenía la impresión de que mientras yo hablaba estuviera preparando lo que pensaba decir a continuación. Sabía escuchar, y lo hacía de un modo activo. A veces, mientras yo hablaba, dejaba escapar de pronto algún sonido, como si la fuerza de su interés en lo que estaba diciendo se expresara por sí misma a través de su boca. ¡Oh!, decía. O: ¡Cuánta razón!