El miedo es peor que el castigo, porque el castigo es algo definido y, en gran o menor medida, siempre será mejor que la horrible incertidumbre, la horriblemente infinita tensión. Una vez que supo su castigo se sintió aliviada. El llanto no debe confundirte: aunque salga ahora a la superficie, ya estaba acumulado en el interior. Y por dentro duele más que por fuera.