Comienza con una loa satírica un fragmento de virtuosa locura. Tras esto, el tono se ensombrece con una serie de discursos solemnes, en los que la locura hace un elogio de la ceguera y la demencia y en los que se realiza un examen satírico de las supersticiones y de las prácticas piadosas y corruptas de la Iglesia Católica, así como de la locura de los pedantes, entre los que se incluye el propio Erasmo. El autor había regresado recientemente de Roma profundamente decepcionado y donde se había lamentado de la evolución que veía en la Curia Romana; poco a poco la locura toma la voz de Erasmo, que lanza una dura reprobación. El ensayo termina con una sincera y sencilla exposición de los verdaderos ideales cristianos.