Durante el último tiempo hemos vivido una verdadera revolución feminista en Chile y en otros lugares del mundo. Esta vez, sus protagonistas han sido principalmente niñas y jóvenes, nacidas en democracia, quienes oyeron a diario el discurso de los derechos y la libertad, quizás por eso, se han atrevido a denunciar con fuerza que la igualdad de género está lejos de cumplirse en una cultura patriarcal donde el cuerpo femenino sigue siendo un campo de poder en disputa: usado como moneda de cambio en la publicidad; ubicado en el centro de continuos debates morales y estéticos; víctima de acoso callejero y despreciado simbólicamente en los chistes o comentarios machistas. Así las cosas, el cuerpo femenino se ha transformado en uno de los espacios más politizados de hoy en día.
Este libro reflexiona sobre las demandas que instaló ese movimiento, reconociendo que aún persisten muchas formas de violencia -algunas naturalizadas e invisibilizadas— hacia los cuerpos de las niñas y las mujeres. Está escrito como un ensayo, pero también, como un panfleto político de desahogo, denuncia y pistas para la acción. La autora cuenta y analiza algunas experiencias personales de acoso sexual, misoginia y abuso de poder, sufridas desde su adolescencia hasta la vida adulta, y de parte de varones tan diversos como hombres anónimos que se cruzan en la calle, pasando por vecinos, profesores, compañeros de trabajo e incluso prestigiosos artistas y académicos. El texto lleva a su máxima expresión una consigna histórica del feminismo: lo personal es político.