Heráclito no dice que lo ente en cuanto tal efectivamente se oculte de cuando en cuando, sino φιλεῖ: ama el ocultarse, le gusta ocultarse. Su propensión auténtica e interna es permanecer oculto, y si por un momento es desocultado, regresar de nuevo al ocultamiento. Aquí no podemos explicar hasta qué punto esta sentencia de Heráclito acerca de lo ente guarda relación con su concepción fundamental del ser. La divinidad juega a construir el mundo innumerables veces, cada vez de forma distinta.[10]