Una hoja resbala desde el árbol
y es tu mirada la que, vuelta mano,
detiene su caída unos instantes;
luego toca la tierra humedecida
y se confunde
con un montón de hojas arrugadas.
Huele a calas, jazmines, crisantemos.
Das media vuelta y piensas
en cuándo serás tú, si lloverá.
Escribe un nombre propio el tiempo en cada lápida
y sin embargo, hermosas,
cuelgan pequeñas flores del almendro