El tiempo perdido

Pensaremos el pasado desde lo perdido, y no viceversa. No es que hayamos perdido un pasado que una vez tuvimos y que por ello nos sintamos vacíos, sino que, como se argumentará, es más bien al contrario: nuestra existencia como seres humanos consiste constitutivamente en estar siempre perdidos, estar siempre en camino, siempre en una cierta falta, un cierto vacío; y por ello tenemos la tendencia permanente a mirar atrás y adelante en busca de certezas, que sin embargo nunca podrán devolvernos del todo a un ansiado estado de plenitud originaria, porque nunca lo tuvimos.

Presencia que ya no es, presencia, presencia que todavía no es.

subjetividad rota tardocapitalista.

«Time is out of joint»

En nuestro mundo, cada vez hay más gente peleada con el presente, con el mundo tal y como es, y que opta por refugiarse en una Edad Dorada, en un Tiempo Perdido, que tiene muchos nombres: Tradición, Familia, Transición, URSS, Cibernética, la nueva humanidad

tenía la posibilidad de una biografía.

no se encontrarán capítulos dedicados solo al «pasado», solo al «presente» y solo al «futuro», sino que esas dimensiones se entrelazarán siempre en los fenómenos analizados, se afectarán mutuamente y contribuirán a desquiciar la idea misma que teníamos del tiempo.

el entero problema del tiempo: el «tiempo perdido». Más que de pensar el pasado directamente, se trata de pensar el concepto de «lo perdido». Pensaremos el pasado desde lo perdido, y no viceversa. No es que hayamos perdido un pasado que una vez tuvimos y que por ello nos sintamos vacíos, sino que, como se argumentará, es más bien al contrario: nuestra existencia como seres humanos consiste constitutivamente en estar siempre perdidos, estar siempre en camino, siempre en una cierta falta, un cierto vacío; y por ello tenemos la tendencia permanente a mirar atrás y adelante en busca de certezas, que sin embargo nunca podrán devolvernos del todo a un ansiado estado de plenitud originaria, porque nunca lo tuvimos

Sin casa, sin pensión, sin futuro, sin miedo»,

Pero, sobre todo, han visto cuestionado su ser incuestionable. Pues todo poder está acompañado siempre de la creencia de merecer ese poder y tener derecho a ejercerlo. El poder no es dominación desnuda: es construcción de legitimidad, la que otorgan los que lo reciben y la que reclaman los que lo ejercen. Es por eso que, cuando esta soberanía se siente disputada, el sujeto privilegiado se siente víctima de un terrible agravio. Se le está cuestionando algo a lo que él tiene derecho. Se siente aureolado con el brillo dorado de la legitimidad como algo que le pertenece a él y a nadie más. La mayor víctima no es quien ha sufrido violencia y ahora se rebela, sino él mismo.