embargo, hay que tener en cuenta que esta técnica no sirve para detener las preocupaciones o las obsesiones, las cuales debemos abordar de otro modo:
Las preocupaciones: hay que identificar el error de pensamiento que estamos cometiendo y buscar un pensamiento alternativo más realista o útil.
Las obsesiones: lo más beneficioso es no prestarles atención, dejarlas estar, y tratar de dirigir nuestra atención hacia algo que nos resulte agradable para que, poco a poco, se vayan difuminando. Lo esencial es no abordar los pensamientos obsesivos de un modo directo o confrontativo, ya que provocaremos el efecto contrario: se repetirán con mayor frecuencia y se mantendrán con nosotros durante más tiempo.
Si tratamos de activar un pensamiento consciente para obligarnos a dejar de pensar en algo, nos daremos cuenta de que es imposible, ya que nuestro cerebro no diferencia las órdenes negativas de las positivas. Da igual que digas: «Piensa en algo» que «olvida ese algo». Así, al intentar dejar de pensar en algo, se pondrá en marcha un mecanismo inconsciente de chequeo que nos preguntará: «¿Lo estás consiguiendo?», de modo que el pensamiento que estamos tratando de suprimir no hará más que volver una y otra vez.
Esta técnica, por lo tanto, la utilizaremos para pensamientos negativos cortos, taquigráficos y siempre con el objetivo de reducir nuestra ansiedad, para darnos ánimos o reforzarnos por un éxito, pero nunca para tratar de olvidar algo ni para eliminar determinados pensamientos, ya que, como hemos visto, esta supresión podría, paradójicamente, incrementarlos, por lo que sería contraproducente.